Relación entre la satisfacción espiritual y los hábitos religiosos en los miembros de la iglesia adventista del séptimo día

En los albores de la historia, “Se considera a Anaxágoras (siglo V a.C.) como el primer filósofo que hace una distinción entre los elementos materiales y los espirituales del ser humano. De aquí en adelante el alma, como foco de estudio, comenzó a adquirir progresivamente mayor atención, tanto así que posteriormente Aristóteles”1 inquirió sobre el alma en la literatura existente de su tiempo 384-322 posteriormente Agustín de Hipona hace menciones en su obra Confesiones donde desarrolla y profundiza el tema de las emociones los pensamientos del presente y los recuerdos del pasado. La vida espiritual es mucho más que emociones, pensamientos y recuerdos que el hombre trae consigo como la suma de su experiencia del pasado, la espiritualidad viene desde afuera enviado por Cristo según la promesa antes del pentecostés y después de este acontecimiento, sin presumir que antes no existía. El hombre vuelve a recibir en la ocasión del bautismo lo que había perdido con la entrada del pecado, adoptaron un estilo de vida pecaminosa complaciente, si observamos la vida espiritual de los discípulos el cambio ha sido muy notable después del pentecostés, sus actitudes y el estilo de vida que practicaban era visiblemente diferente a la luz de los evangelios que muestran un panorama diferente y el libro de los Hechos muestra la otra cara de la moneda, en los hábitos de vida cristiana “todos los creyentes miembros de esta fe fueron llenos del Espíritu Santo”2 antes del evento del pentecostés no se resalta la espiritualidad de los apóstoles en ninguno de los evangelios